Este fin de semana largo hemos estado de escapada rural. Después de estas semanas tan intensas, necesitábamos desconectar y no hay mejor manera que hacerlo rodeado de amigos.
Nos fuimos de casa rurar a Valladolid, concretamente a un pueblo llamado Montemayor de Pililla. El destino lo elegimos porque queríamos un centro de operaciones en Ribera de Duero en el que poder alojarnos todo el grupo (6 familias) y encontramos la casa ideal. Y es que cada vez somos más y es más difícil encontrar un lugar en el que quepamos todos y estemos agusto.
Entre las actividades que hemos realizado estos días, una de las que más nos ha gustado es la visita a Portillo Alfar, en Arrabal de Portillo. Allí Juan Laguna nos estuvo explicando en su taller el origen y la historia de la alfarería, y luego nos dejó jugar a ser alfareros durante un rato. La verdad es que fue algo que disfrutamos tanto mayores como pequeños.
Y es que en ésta época de la tecnología, se agradecer ver como algunas tradiciones siguen vigentes. En el caso de Juan, su alfar es uno de los más de 50 que había en la zona hace unos años. Su oficio es de tradición familiar, ya son más de 100 años dedicándose a la alfarería y eso se nota en la pasión con lo que lo cuenta y sobre todo con la que hace su trabajo.
Para empezar la visita, Juan se buscó una aprendiz entre los más pequeños y nos dio una clase teórica sobre alfarería, tradiciones y el proceso. Nos contó su historia y la de su familiar. Y mayores y pequeños la escuchamos con la boca abierta.
Cuando terminó la explicación teórica, pasamos a la zona del torno. Allí estuvo explicándonos los tipos de torno y después se puso a enseñarnos como trabajar la arcilla. Nos dejó impresionados con la facilidad con la que lo hacía…
Luego llegó la parte difícil y la que todos estábamos esperando… nos tocó sentarnos al torno y demostrar que no es tan fácil como parece en sus manos…risas, bromas y una sonrisa en los labios de todos, grandes y pequeños, fueron el resultado de una mañana tan “handmade”.
Para terminar le hicimos unas compritas, y es que más de uno encontró allí esas cosas tradicionales para su casa que tanto tiempo llevaban buscando: platos térmicos, queimadas, jarrones…no había quien se resistiera!!
Como veis las cosas que hace Juan (que no nosotros), son obras de arte en sí mismas. Desde aquí quiero darle las gracias por dedicarnos su tiempo y compartir con nosotros su experiencia.