Últimamente estoy pasando una temporada muy mala, emocional y físicamente. He pasado del ritmo acelerado de vida, porque tenía (y tengo, que eso no se ha ido, por suerte) mucho trabajo, a parar en seco e ir a cámara lenta… no os preocupéis, que no es nada grave, es algo de lo que, poco a poco, me iré reponiendo y volviendo al ritmo normal.
¿Y porqué os cuento esto si os iba a hablar del día más feliz de mi vida? Para que entendáis, en primer lugar, mi ausencia del blog, ya que cuando estas en momentos bajos, o escribes para contar penas, o te las guardas y no escribes. Yo he decidido tomar el segundo camino. Sé que los que me seguis desde siempre, sabréis esperar… porque es lo mejor de todo este mundo loco del 2.0. que siempre estáis ahí, e incluso encuentras personas que, en los peores momentos, se convierten en tu apoyo y tu ángel de la guarda.
Como titulaba este post, os quería contar el momento más feliz de mi vida. No es que sea el MÁS, pues por suerte he tenido muchos y no son comparables, pero sí el último más feliz. Y es que cuando estás en un bache, como yo lo estoy en estos últimos días, un pequeño detalle te puede dar la felicidad en un instante.
Igual a algunos os parecerá una tontería… pero para mí fue un momento muy importante….
8.55 de la mañana. Salimos el nano y yo corriendo del coche porque llegábamos justitos al cole. De repente se para en seco antes de llegar al semáforo por el que se cruza a su cole, se gira hacia mí y me dice: “Mamaaaaaa, TE QUIERO mucho”. Así, sin venir a cuento, sin pedirle nada, simplemente porque le apetecía.
Seguro que los que sois padres entenderéis la sensación, si alguna vez os ha pasado. Para mí, un momento como este, me cura todas las penas, hasta las más gordas.
Y sí, puedo deciros que fue uno de los momentos más felices de mi vida.
¿Os ha pasado algo así alguna vez?
Espero que difrutéis del fin de semana, yo voy a disfrutar de sus sonrisas y sus trastadas, que lo curan todo.
¡Feliz fin de semana!