El otro día nos comentaban unos amigos que se estaban planteando hacer obra en casa para transformar las tres habitaciones que tienen en dos, para que sus niñas tuvieran más espacio para dormir, estudiar y jugar.
Yo les comenté que, desde mi experiencia, me parecía un error pasar de lo que tenían ahora (una habitación para dormir/jugar y otra para estudiar), porque llegado un momento,la mayor necesitaría quedarse más rato estudiando y la pequeña irse a dormir, ya que entre ellas hay dos cursos de diferencia. Incluso en algún momento, siendo ya mayores, les podrían pedir tener una habitación cada una.
Según ellos, eso no tenía porqué pasar, ya que ellos siempre habían compartido habitación con sus hermanos, pero se quedaron reflexionando con el tema de que una se tuviera que quedar hasta tarde estudiando y la otra no.
En mi caso, la diferencia de cursos con mi hermana es la misma que la de sus niñas y fue lo que pasó. Cuando tenía unos 11 años mis padres decidieron darnos a casa una su habitación porque yo tenía muchos deberes y mi hermana yo. Para mí fue como si me regalaran mi “reino“, mi espacio vital era mío solo. No porque no quisiera estar con mi hermana, si no porque por fin me sentía mayor.
No os cuento el disgusto que fue para mí cuando me dijeron que iba a tener un hermano un año después….lo primero que dije fue “mi habitación no me la quita ¿eh?” Pero esto ya es otra historia que da para un post muy largooooo…