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Para emprender…¿humildad o prepotencia?

30/01/2014

Como sabéis, desde hace ya uno tiempo estoy inmersa en este mundo de “emprender”, pero sobre todo, con este segundo proyecto emprendedor, Handbox, me he dado cuenta de que necesitaba mucha más formación sobre negocios de la que tengo, una puede ser autodidacta, leer y escuchar mucho, pero hay cosas que solo se aprenden en clase.

Por eso, siempre que puedo, intento acudir a un curso, un encuentro emprendedor, o cualquier evento que pueda enriquecerme profesionalmente. Todo en su justa medida, como bien me recomendaron los expertos de Madrid Emprende. Tampoco es plan de descuidar el negocio para estar en todos los saraos ¿no?

A lo que iba, esta semana estoy haciendo un curso en el que se están tratando muchas cosas de las que necesito refuerzo y formación. Es un curso un poco abierto, en la que te encuentras muchos tipos de emprendedores: desde personas que van solo con su idea y todavía no han lanzado el producto, hasta personas con mucha experiencia. Y también es un curso en el que se te valora como emprendedor, a la persona y al proyecto, tu esfuerzo, etc, para poder optar a un concurso (un poco farragoso, pero es así).

Pues en este curso lo que me he encontrado una situación que me ha llamado la atención y que quería contaros para que me dierais vuestra opinión, a ver si estáis de acuerdo conmigo.

Cuando hicimos la ronda de presentación, cada uno contaba su proyecto, la fase en la que estaba, se le hacían preguntas, se le cuestionaban cosas, etc. Me tocó presentar la primera, y como ya voy cogiendo carrerilla, no hubo problema. Conté el proyecto, su nombre, de qué iba, etc… lo que dio tiempo en los 2 minutos que teníamos.

Siguió una chica que tenía una idea muy buena, pero solo era una idea, así que su tiempo fue más para cuestionarle cosas y ayudarla a centrarse, animarla, etc.

En tercer lugar estaban dos chicos, encorbatados, repeinados… que incluso me sonaban de algo, seguramente de algún networking en el que no llegamos a hablar…. Empezó a hablar uno de ellos, y dedicó los 2 minutos a contar su currículum, su experiencia de más de 15 años, lo bueno que era, lo maravilloso que era su proyecto, y que él estaba allí por llegar al concurso, no por aprender, porque formación y experiencia tenía de sobra. Le faltó hacerse fotos con el móvil y subirlas cual egoblogger, en plan “que guapo soy y que tipo tengo”. Este podría ser el kit de todo lo que dejó encima de la mesa (me falta el ipad).

Foto via Unsplas By Vadim Sherbakov

Después de su maravillosa egopresentación, el profesor del curso le preguntó por su proyecto/empresa. Y ahí vino la gran actuación: que si era una aceleradora de emprendedores, que si nos podían ayudar, que si íbamos a tener muchísimas ventas. Todo eso mirándome a mí, cual comercial que encuentra su presa y quiere venderle la moto.

No dijo el nombre del proyecto, por cierto. El suyo sí claro, faltaba más. Y llegó el momento en el que el profesor le cuestionó cosas – oh gran error– Empezó la discusión porque a él nadie le podía cuestionar nada, porque era todo buenísimo y maravilloso y seguro que iba a triunfar en la vida.

Después de estar mucho rato “luchando” contra su ego, el “pobre profesor” (entiéndase por pobre un gran experto en el tema,con muchos contactos, influencias, un crack vamos), solo le decía, “Vamos a ver, que no te digo que no sea bueno el proyecto…. pero que tiene fallos, seguro.”, terminó diciéndole que en dos años le contara quien tenía razón.

Finalizada la batalla, pudimos retomar las presentaciones, en las que encontré desde un chico sin formación, pero con ilusión y muchas ganas de ir poco a poco, hasta una persona que había tenido un alto cargo en una empresa y que ahora se estaba reinventando creando un proyecto totalmente acorde consigo mismo.

No sé si el egoemprendedor será seleccionado para el concurso por su maravilloso proyecto y currículum, o no, pero desde mi punto de vista, en esta vida es muy importante la humildad y el saber admitir que todos somos humanos y podemos cometer errores, y que siempre habrá alguien mejor que nosotros. ¿No creeis? Es no quiere decir que te infravalores y vayas de pobrecico por ahí, pero tampoco de sobrado.

Si así vende su vida y su proyecto, a mí por lo menos, no me va a conseguir como cliente con esas formas….

¿y a vosotros?

¿Valoráis el que la persona se venda bien y no se le pueda rebatir o pensáis que hay que ir con humildad por la vida?