Desde que littlenano llegó a nuestras vidas me está costando mucho encontrar un momento para poder sentarme a contaros cosas. Ha pasado más de un mes desde uno de los momentos más importantes de mi vida y entre la recuperación del parto, que por suerte (y para mi sorpresa) ha sido muy muy buena, acoplarnos a los horarios de todo, las vacaciones navideñas y mil cosas más, puedo deciros que hasta hace unos días no he empezado a coger un ritmo “normal”.
Hoy ya no he podido aguantar más, y es que a veces pasan cosas que te impulsan a hablar y a pedir opiniones de los demás.
Estaba yo con mi café y mis redes, cuando he leído un comentario en el facebook de una amiga que está a puntito de ser madre por primera vez, Enlazaban a un post que se llamaba “Una docena de situaciones que vivirás cuando des a luz” y en la número 4 ponía que “está bien que sepas que es probable que la primera vez que te lo pongan en brazos no sientas ni frío ni calor”.
La justificación de la autora es que a algunas madres las hormonas les juegan malas pasadas y cuando les dan a sus hijos son como desconocidos. Que eso no quiere decir que no los quieran, si no que es su sensación en ese momento…
Después de leer eso, no he podido reprimirme a contar mi experiencia y a pediros opiniones sinceras sobre la vuestra. Creo que así podremos ayudar a futuras madres a que no piensen que la situación puede ser “probablemente así”, si no que pueden sentir otras cosas y que a veces pude ser “feo” y otras muy bonito.
Pienso que muchas de nosotras vamos con mucho miedo al parto, yo la primera, que si encima crees que no vas a disfrutar de tu peque lo vas a ver todo más negro. Que puede pasar, vale. Que tenga que ser así siempre, no.
En mi caso, puedo decir que han sido dos de los momentos más felices de mi vida. Dos partos muy diferentes, uno más difícil que el otro pero dos sensaciones muy parecidas.
Cuando nació el nano y me lo pusieron encima, yo que suelo ser bastante “seca” solo podía decir “Ohhhhh” con los ojos llenos de lágrimas y no podía separarme de él. No era el recién nacido más bonito del mundo ya que le había costado mucho nacer y venía con vuelta de cordón, pero era mi niño, parte de mí y con eso me bastaba para quererlo desde el minuto uno.
Las sensaciones con littlenano han sido como muy intensas, no sé si por las hormonas o porque han pasado muchas cosas hasta que hemos conseguido que llegue a nuestras vidas, incluido algún susto de última hora porque tenía mucha prisa por llegar, pero cuando lo tuve entre mis brazos fue como si nos conociéramos de toda la vida, solo con mirarlo sabía lo que quería. La sensación no fue tanto un ohhh si no un “por fin estás conmigo”. Y en este caso que nació tan sonrosado, para mí era el bebé más bonito del mundo.
Así que sí, en el momento de su nacimiento, yo sabía que los quería.
Espero que mi experiencia sirva a otras futuras madres para no asustarse en el momento del parto, y que piensen que no van a querer a sus hijos. Y a las que las hormonas “las traicionen” que sepan que es temporal.
19 Comentarios
Gracias a Dios tuve la oportunidad de “volver” a re-nacer como madre y darme cuenta que se puede sentir cosas completamente distintas gracias a la experiencia previa, saber lo que es un parto y saber sobre todo querer tener un parto respetado.
Yo tengo un lado muy “rosa” y pensé que el momento de tener a mi niña en brazos iba a ser lo más. Cuando nació Critter el parto fue tan “frío” que se la llevaron, la oí llorar a lo lejos y dije “Ah esto se siente dar vida”, me la enseñaron le dije HOLA y hasta dentro de dos horas no la volví a ver….
Pensé que que exageradas eran las que lloraban…YO NO LLORÉ y no por eso era mala madre…así que pensé que era “lo normal”.
Con Kraken al estar en un hospital privado y estar perfectamente informada de los procedimientos fue un parto “respetado, caluroso y cariñoso”….nada más nacer me lo pusieron ensangrentado encima de mi pecho y lloré como loca y oler la sangre desató en mi un instinto animal brutal. Esas dos horas juntas fueron únicas y aprendí que la maternidad es cosa de “equipo” si tienes un buen doctor-matrona-doula puedes lograr magia al igual que con la lactancia materna.
Ser madre no es fácil y mucho menos “nacer” con tu hijo.
Un besote desmadroso desde México
Con tu experiencia pienso que en todo esto no solo influyen las hormonas si no el trato de los que tienes a tu alrededor y el proceso. Yo tuve la suerte de tenerlos sobre mí nada más nacer y eso creo que es muy importante porque es cuando sientes que son parte de tí…. menos mal que pudiste disfrutar con Kraken!!!
disfruta de tu tierra
No puedo estar más de acuerdo que lo básico y vital es sentirte acompañada, respetada, cuidada y mimada para que la experiencia del parto sea vivida con toda su intensidad. El contacto piel a piel nada más salir de tu vientre tendría que ser obligado.
En mi caso, conseguí dos partos naturales, muy duros pero preciosos. Con el primer hijo, en cuanto lo tuve encima todo grasiento y sucio, aparte de llorar de la emoción, pensé, NUNCA volverás a ser la misma, siempre más sufrirás por él.
Pero al cabo de unos días, en casa, los dos a solas, me costó conectar con él, hablarle, no me veía diciéndole “vamos que mamá te cambiará el pañal….”, yo mamá??? me preguntaba. Por suerte, pasó rápido! 😉
A mí me sigue constando hablar con él y eso que es el segundo, pero poco a poco va saliendo 😉
Cuando tuve a la mayor no fui capaz de mirarla el primer minuto, la matrona me la quería dar y le dije que necesitaba un momento para recobrarme del shock de parir. En cambio con el pequeño fue al revés, yo lo pedía y los segundos que tardaron en dármelo se me hicieron larguísimos.
Ah y los dos me parecieron muy feos pero adorables a la vez 😉
Por supuesto, es que son tuyos!!! y querrás enseñarle las fotos a todos aunque no sean los bebés más bonitos del mundo jeje
Pues yo creo que depende de mil factores. En mi primer embarazo estana deseando que naciera para tenerle entre mis brazos y achucharle. En cuanto naciò fue flechazo. No podia imaginar que se pudiera querar mas. En el 2º embarazo (que fue una tortura) solo deseaba que naciera para quitarmelo de encima. No aguantaba un segundo mas con ella dentro. Me daba panico no “querarla” o no sentir ese flechazo cuando naciera por lo mal que me lo estaba haciendo pasar en el embarazo (entended esto que digo. Soy consciente que no era ella quien me lo hacia pasar mal) . Pero en el momento que me puse de parto supe que no habia de que preocuparse. Al ver que se acercaba el fin de la tortura ya solo me importaba que el parto fuera bien y tenerla entre mis brazos. Y asi fue, en cuanto me la pusieron encima nuevo flechazo. Aleeee que chapa he soltado!
Yo también soy de las que están deseando de que se acaben los embarazos, el final es una tortura. Creo que por eso se me han adelantado los dos, por las ganas de que salieran…. y sí, la palabra flechazo es una buena definición.
En mi caso fué cesárea de emergencia y pasaron más de dos horas hasta que vi a mi bebé. Había tanta gente en la habitación cuando yo llegué que al verla me sentí una extraña en la escena. A veces pienso que me robaron un precioso reencuentro.
Bueno, tienes que pensar en todos los preciosos momentos que has vivido con tu bebé 😉
Yo soy de natural poco sentimental y ñoña. El embarazo me pasó casi desapercibido, y el parto, aunque inducido, también fue sin complicaciones. Desde luego, tuve a mi Bichilla porque quise, de forma meditada y siendo consciente del desafío vital en el que me embarcaba. Pero creo que existe mucha literatura rosa y mucha exaltación sentimental y hormonal acerca del momento del parto. Cada madre, y cada parto, serán únicos y quizás poco parecidos al del resto de la humanidad. El caso, es que yo me pase todo el embarazo buscando el instinto maternal, creyendo que eso iba a ser una cosa que se presentaría en mi vida como un fogonazo que me golpearía de repente y me haría vivir enamorada de mi churumbelita desde el momento de engendrarla. Y mi vivencia no ha sido así. Claro que la quiero sobre todas las cosas, la cuido y la protejo, pero no lloré cuando nació, simplemente me fijé en que tenía un color espléndido, la cabeza muy recóndita, pesaba mucho en mis brazos y estaba muy calentita. Tuvimos contacto piel con piel y lactancia materna desde el primer segundo de su vida, y no fue hasta muchos meses después cuando me he descubierto admirándola a escondidas como una tontaca y con la lagrimilla a punto de saltar de la emoción de saber que realmente es hija mía y la he hecho yo. Con estas perspectivas, me creía la peor madre del mundo durante los primeros meses después delmparto, porque no me había sacudido ese vendaval emocional que se le presupone a todas las madres. Por eso me paso los días desdramatizando en mi blog esto de la maternidad, porque muchos de los estereotipos que circulan a mí no me cuadran con mis vivencias diarias.
Totalmente de acuerdo, yo no sentí nada especial al verlo, sólo sentí alivio porque creía que ya había pasado lo peor y únicamente podía decir lo grande que era mi hijo. Desde entonces se lo cuento a toda embarazada que me pregunta sobre ese tema porque quiero que sepa que no sentir nada también es una reacción normal. Imagino que en el futuro segundo embarazo será diferente.
La verdad es que el segundo se vive más intenso, al menos eso me pasó a mí, porque sabes como es el proceso.
Lo bueno es que las embarazadas sepan las cosas que les pueden pasar, sin sentenciar si es “rosa o negro”
Pues en mi caso es igual, aunque me salió el modo ñoño cuando vi al nano, para mi sorpresa. POco a poco vas aprendiendo a ser madre. Creo que con el segundo es más intenso porque eso ya “tienes aprendido” y puedes disfrutar más 😉
Con la segunda mis emociones eran más intensas, primero porque fue un bebé muy esperado tras una pérdida y un embarazo muy dificil, segundo porque ya sabía lo que es el amor a un hijo y tercero porque al ser un parto más respetuoso me dió lugar a todas esas hormonas.
Con la primera también fue emocionante, pero no al minuto cero, sino pasados unos minutos y cuando el chute de drogas iba bajando iba subiendo mi amor por ella.
De todos modos creo que en ambos casos sentí una necesidad de protegerlas inmediata e instantánea.
Lo mío fue cesárea programada, quizá me faltó “el empujón” que te hace darte cuenta; pero yo solo recuerdo estar super a gusto, oyendo a los médicos hablar de sus cosas, y de repente escuchar el grito más maravilloso del mundo, era el llanto de mi bebé, y empecé a llorar yo también, solo podía llorar y llorar. Me lo acercaron para darle un beso y se lo llevaron a mi marido a la sala de al lado para el piel con piel mientras me cerraban. Para mí fue una pasada, es cierto que madre me he sentido después, a los 3 meses, cuando te asientas un poco (tiendo a no asimilar las cosas) pero en ese momento mi bebé era lo único que existía para mí.
El ser madre se va aprendiendo poco a poco, es cuestión de acostumbrarse!!no se cambia de un día a otro las maneras de ser y de funcionar de cada uno.
Y sí, la tranquilidad que te da el llanto…
Mi parto fue muy complicado, largo, duro y que desencadenó en cesárea. Yo solo miraba la lámpara del quirofano (ingenua de mi), para ver si veía a mi niño, evidentemente no fue así. Tampoco tuve la suerte de que me le pusieran encima, pero fue increíble!!!! lo primero asegurarme de que estaba perfectamente. Conseguí que me bajarán la sábana para que mirando hacia un lado pudiera ver como lo examinaban y le hacían pruebas. SIII, era mi amor y todo lo demás desapareció en esos momentos, ni me enteré de todo lo que me estaban haciendo a mi. Le quise con un amor que no había sentido hasta entonces. Y a veces pensaba que me lo habían dejado, xq era increíble que hubiera hecho algo tan maravilloso, que fuera mio.
La verdad es que el amor es totalmente distinto, es parte de tí y por eso hay que sentirse afortunada