Después del confinamiento fueron muchas las familias que decidieron que necesitaban un cambio de casa. Tanto tiempo encerrados hizo que notásemos las carencias en cuanto a espacio, terraza o incluso entorno.
Como sé que sois muchos los que estáis en ese momento de cambio, he pensado que os vendría bien la experiencia que vivimos a partir del momento en el que decidimos cambiar de casa.
Y es que vender tu casa, comprar otra y reformarla en tiempo récord puede acabar con la energía de cualquiera.
Fueron unos meses llenos de experiencias buenas y malas, pero quiero compartirlas con vosotros para que si os veis en la misma tesitura, podáis saber cómo resolverlas de forma más fácil.
Mi idea es contároslo en varios post separados por temas ¡tengo mucho que contar!
Empezaremos por el primer paso, vender tu casa
Todo empezó al volver de vacaciones. Pasamos gran parte del verano fuera de casa de un lado para otro y la vuelta en septiembre, recolocando todo el equipaje, cada año se nos hacía más dura. Y fue en ese momento cuando decidimos que la casa se nos estaba quedando pequeña y que deberíamos empezar a plantearnos cambiar de casa.
Como no sabíamos cómo estaba el mercado lo comentamos con varios amigos y nos recomendaron que la pusiéramos a la venta “para tantear” cómo respiraban los posibles compradores al visitarla, si era fácil conseguir el precio que queríamos o por el contrario venderla era imposible.
¿Cómo saber qué precio poner a tu casa? En nuestro caso, al tener una hipoteca pendiente teníamos que cumplir unos mínimos que eran: la hipoteca pendiente, la comisión de cancelación del banco, la cancelación registral, y la plusvalía.
Además, si como lo hicimos nosotros, la venta la haces a través de la inmobiliaria, su comisión. Por experiencia, a este mínimo hay que añadir un poco más para cubrir los “por si”, por si te toca un comprador “puñetero” como el nuestro y te sale con algún gasto extra.
A partir de ese mínimo tú decides el precio. Puedes orientarte por los precios de las web de venta tipo idealista, fotocasa, etc y otros pisos de tu zona, o buscar en ciertas webs de bancos (por ejemplo en Bankia lo tienes), donde dan una valoración aproximada de tu casa y con esa referencia establecer el precio.
¿Vender por tu cuenta o con inmobiliaria? Nosotros valoramos las dos opciones, pero la experiencia reciente de una amiga me hizo decidirme. Me contó que empezó a venderlo por su cuenta y que se le metía todo tipo de gente, sin ningún tipo de filtro, en casa. Y estando ella sola o con los dos niños, en algunos casos llegó a pasar miedo. Después de eso, lo pusieron en manos de una inmobiliaria, en su caso la más cercana a su casa.
Su inmobiliaria era de una franquicia y la experiencia buena, así que decidimos preguntar allí, aunque por zona no nos correspondía y nos enviaron a sus compañeros de otra zona.
Cuando vas a vender a través de una inmobiliaria mandan a una persona a ver tu casa, valorarla, te hacen un informe y te dicen aproximadamente por cuánto crees que puedes vender, cómo están los precios de la zona etc…. y su comisión, que generalmente suele ser un 3% del precio de venta. Aunque no siempre, después de la experiencia aprendí que las hay que cobran menos y las hay que cobran más.
Una vez valorado el piso y pensado el precio, cierras con ellos el contrato de exclusividad, que mínimo es de 1 mes. Ahí cometimos un error nosotros y como no teníamos prisa por irnos, les dimos ¡6 meses! Sí hablamos con ellos que si por alguna causa concreta lo teníamos que rescindir, podría hablarse, pero en ningún momento pensamos que se nos haría taaaan largo.
Las visitas.
Lo de las visitas a tu casa puede llegar a ser agotador, sobre todo si coincide con que estén los niños y es que te pueden coincidir con horas de parque o deberes y tienes que salir corriendo para llegar a tiempo, o incluso algunos con la hora de la cena.
Cuando ya llevábamos varios meses de visitas ya no podíamos más y valoramos dejar de venderlo pero todavía aguantamos un tiempo más por el contrato. La suerte quiso que ya un poco desanimados, agotados de las visitas a la casa y de estar atados con este tema, fuimos a dar con unos agentes muy majos que cuando les dijimos que necesitábamos “un descanso” y lo aceptaron, siempre y cuando no lo pusiéramos en venta de nuevo durante un tiempo, al menos respetáramos la exclusividad de esos meses. Estaba claro que era un mal momento para todos porque justo entraba en vigor la nueva Ley Inmobiliaria y estaba el mercado bastante parado.
Las otras inmobiliarias y los trucos
Te va a pasar, los agentes inmobiliarios son como sabuesos. En cuanto tu piso está colgado en internet se buscan la manera de localizarte y contactar contigo. A nuestra puerta llamaron varias inmobiliarias preguntándonos cuanto tiempo nos quedaba con la otra agencia para que nos fuéramos con ellos, vendiéndonos que los otros son lo peor y que ellos nos lo van a vender super rápido.
Tuvimos una que nos llamaba tooodos los días, incluso ya teniendo la oferta intentó que la rechazáramos porque ella “seguro que en poco tiempo lo vendía mejor”, a lo que nos negamos.
Y luego están las “liebres”. Eso le pasó a una vecina mientras nosotros vendíamos la nuestra: le tocaron varias personas al timbre para ver si les vendía la casa por fuera de la inmobiliaria aún teniendo exclusividad. Si te saltas la exclusividad, aún no vendiendo tu casa ellos, tienes que pagarles su comisión por contrato. Ella aceptó las visitas y resulta que los interesados eran “topos” de esa inmobiliaria enviados para pillarle, así que se quedó sin venta y sin el dinero de la comisión ¡así que mucho ojo!
El proceso de venta
Antes de rescindir el contrato nos comentaron que quedaba una pareja por dar su opinión y que si hacían una oferta podían gestionarla. Les dijimos que por supuesto, ¿sabéis esa corazonada que tienes de que “estos van a ser”? Yo la tenía….
Pues fueron ellos, unos días después de parar la venta, y ya pensando en más bien ponerlo en alquiler ¡nos llamaron que teníamos una oferta! Y al final, después de negociar una serie de cosas y cuando ya creíamos que no iba a pasar ¡vendimos la casa!
Cuando tienes una oferta por tu casa, pueden pasar dos cosas: o que tú contraofertes o que sea como en nuestro caso, que la inmobiliaria les había “apretado tanto” que fuera una oferta única e innegociable. Ese fue el nuestro y ahí es donde llegó la negociación, pero no con la parte compradora, que no estaba por la labor, sino con la inmobiliaria.
También por conversaciones con amigas (qué bien viene la hora del café…) supe que algunas inmobiliarias, para no perder una venta, ajustan su comisión justo en el último momento, así que eso fue lo que hice. Como la oferta era más baja de que esperábamos, con los cálculos encima de la mesa fuimos a la inmobiliaria y conseguimos que la diferencia fuera una bajada en su comisión ¡al final nos salió redondo!…. o casi.
Resulta que nos tocó un comprador puñetero. Normalmente cuando hay un proceso de compra-venta, los gastos de notaría los paga el comprador, peroooooo por ley en realidad, la parte de la venta la tiene que asumir el vendedor. Y esa fue la cláusula (el artículo 1454 del Código Civil ) con la que tuvimos que “tragar” para poder vender el piso, así que amigos, si vais a comprar…… ¡ya sabéis por dónde apretar!
Después de hablar con varios amigos abogados y viendo que no había manera de saltarnos eso, tuvimos que asumirlo. Y para esto están los “porsi”.
Últimas trabas y firma
Todo resuelto, firmamos el contrato de arras y quedó pendiente de que viniera un tasador a tasar el piso para que les dieran la hipoteca a los compradores.
Para la tasación hace falta una nota simple del registro de la propiedad y al solicitarla, los compradores se dieron cuenta de que el edificio venía como “en construcción” aun siendo de 1994, porque la constructora no había registrado el final de obra.
Cuando lo compramos nosotros no hubo ningún problema, pero el banco de los compradores si los puso para concederles la hipoteca. La solución nos la dio la Notaria donde íbamos a firmar la venta: necesitábamos un final de obra de la vivienda firmado ante notario y registrarlo.
Así que ya con la fecha de firma puesta, nos tocó nueva gymkana: fin de obra firmado, notaría, registro… y más tasas para sumar a los “porsi”.
Pero al fin, firmamos y se terminó todo el proceso ¡un paso más adelante para el cambio de vida!
En el próximo post os contaré cómo fue la búsqueda para encontrar nuestra casa perfecta.
2 Comentarios
[…] vez puesta en venta nuestra en casa, tocaba buscar una nueva. Es un proceso que hay que hacer en […]
[…] En este post te conté como fue mi experiencia de vender un piso en Madrid. Nosotros lo hicimos a través de una inmobiliaria al igual que la compra de la casa nueva, como te conté hace un par de post. […]